
Después, el modelo industrial del aprendizaje creó
instituciones como las escuelas y los departamentos de formación de las
empresas para generar un número cada vez mayor de personas capaces de ingresar
en el sistema productivo.
Con su capacidad para producir masivamente alumnos aptos
para el sistema.
Y con su uniformidad, inflexibilidad, obediencia,
exámenes, enciclopedismo y trabajo
repetitivo.
Entonces llegaron las nuevas tecnologías y las redes,
delegando y descentralizando poder hacia los individuos.
Nuevas y poderosas formas de organización social y de
intercambio de conocimientos comenzaron a surgir.
Y nuevas formas de aprendizaje.
Las conversaciones en red se han convertido en el nuevo
paradigma del aprendizaje.
Internet ha creado una red mundial que permite
comunicarse a miles de millones de personas.
Y compartir el conocimiento y el aprendizaje entre ellas.
Pueden tomar el conocimiento cada vez que lo necesitan,
porque éste se encuentra siempre ahí y cada vez con más respuestas a las
preguntas.
La web no tiene centro, no tiene estructura de gestión,
casi no tiene reglas.
Un enorme cúmulo de recursos digitales ilumina Internet
con contenidos de valor y nuevas formas de generar y distribuir el
conocimiento.
Internet se ha convertido en la puerta a la mayor tienda
del conocimiento del mundo.
Y se está haciendo mejor y más grande cada día.
Enciclopedias en línea, archivos de vídeos, herramientas
colaborativas, clases abiertas, blogs, wikis, podcasts, mundos virtuales…
En todo el mundo, millones de personas comparten y envían
enlaces útiles a otras personas, quienes a su vez las remiten a más personas.
Y de esta forma se genera la replicación viral del
aprendizaje a través de todo tipo de redes.
Una idea contagiosa se transmite como una infección.
Y es justamente esa contagiosidad la que hace que funcione.
Un mensaje es inoculado en un grupo pequeño de
individuos.
Estos lo transmiten a otras personas.
Y estas lo comunican a otras más.
Y así, cada vez que una persona ha quedado
"contagiada", tiende a propagar rápidamente el contagio a su círculo
de amigos y conocidos, quienes continúan haciendo lo mismo en un crecimiento
exponencial.
Las redes se han convertido en organizadoras y
amplificadoras de la fuerza mental de los individuos.
También en las organizaciones, los empleados se
interconectan con sus colegas comunicándose y distribuyendo el conocimiento
desde sus dispositivos hacia el resto de la organización.
Las organizaciones más eficientes y competitivas han comenzado
a captar el mensaje y están aprendiendo a cambiar sus estrategias.
Empiezan a entender que en la era
de la información y el conocimiento, nada importa tanto como la mente de sus
empleados.
El modelo unidireccional ya no funciona y debe abrir paso
a un nuevo modelo colaborativo basado en la comunicación participativa, la
organización en red, la descentralización y el intercambio de conocimientos.
Un nuevo modelo en el que la organización ya no tiene el
control absoluto sobre el mensaje, sino que debe compartir el mismo con sus
diferentes públicos objetivos.
Todos ellos empiezan a tener el poder de compartir
fácilmente ese mensaje y contribuir a mejorarlo y enriquecerlo y diseminarlo.
En nuestro mundo actual, el aprendizaje tiene lugar en
cualquier momento y en cualquier lugar.
Naturalmente la educación formal no desaparecerá.
Pero buena parte del aprendizaje ya se está derivando hacia
un contexto de flujo de trabajo informal.
Como había sucedido antes, durante cientos, miles de años
a lo largo de la historia de la humanidad.
El aprendizaje en red no nos ha hecho mejores, sólo nos ha
restituido lo que ya era nuestro desde los orígenes de los tiempos –multiplicado
con la potencia de las nuevas tecnologías.
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