jueves, 22 de agosto de 2013

Nunca dejes de soñar

A lo largo de nuestra vida dedicamos aproximadamente una tercera parte de nuestro tiempo a dormir, unos 24 años en promedio.
La tercera parte que invertimos en dormir tiene una enorme influencia sobre la calidad de vida de las otras dos terceras partes que pasamos en vigilia.
Condiciona nuestros niveles de energía, nuestros estados de ánimo, nuestra creatividad, nuestra agudeza mental, nuestra memoria, nuestra productividad y hasta nuestro peso corporal.
Dormir bien es uno de los métodos más efectivos para elevar nuestro nivel de vigor, energía y bienestar.
En cambio, existe una amplia documentación que sugiere que la reducción de las horas dedicadas al sueño genera una variedad de problemas relacionados con las capacidades no sólo físicas, sino también intelectuales de las personas.
Se cree que estos efectos podrían estar relacionados con los problemas que la falta de sueño provoca en los procesos de generación de nuevas neuronas y conexiones sinápticas.
Este proceso es fundamental para los procesos de mantenimiento y regeneración natural del cerebro y para la realización de tareas como la consolidación del aprendizaje.
Cuando aprendemos, se produce un cambio físico a nivel sináptico en las neuronas de nuestro cerebro.
En un primer momento, interviene la región cerebral del hipocampo para fabricar los recuerdos.  
Pero después, esta información se transfiere a otras partes del cerebro para su almacenamiento definitivo a largo plazo.
Esta actividad implica un traslado físico de proteínas de unas a otras partes del cerebro.
De alguna forma es como si se cambiase de sitio lo aprendido para almacenarlo en una zona más segura y accesible.
Este proceso, en el cual el cerebro procesa la información diaria y almacena los recuerdos en los anaqueles de la memoria, tiene lugar fundamentalmente durante las fases de sueño REM.
Los sueños, que tienen lugar durante la fase REM, constituyen el principal mecanismo que utiliza el cerebro para llevar a cabo la reordenación neuronal que tiene que ver con el aprendizaje.
El contenido de lo que soñamos estaría por tanto relacionado con las vivencias y aprendizajes que hemos adquirido recientemente, durante el proceso nocturno de traslado de la información desde una región cerebral a otra, para su archivo permanente.
También se cree que el sueño cumple una función en la eliminación de la información sobrante que no se grabará en la memoria a largo plazo y que será borrada para siempre a fin de evitar un colapso del sistema de almacenamiento cerebral.
En definitiva, durante el sueño se produce una cierta reordenación de la información que guardamos en nuestro cerebro, fortaleciéndose las asociaciones relevantes y debilitándose las asociaciones irrelevantes, mejorándose de este modo el acceso a los recuerdos.
Este papel clave que desempeña el sueño en las funciones de la memoria y el aprendizaje explicarían porqué, según han demostrado las investigaciones, se recuerda mejor la lección que se ha estudiado después de haber dormido lo suficiente.
O por qué se mejora la capacidad de tocar un instrumento musical o de realizar un salto de acrobacia que se ha aprendido durante el día, después de haber reforzado la memoria muscular durante el sueño nocturno.
O por qué a menudo se encuentran nuevas soluciones e ideas creativas al despertarse, después de haberse estado “peleando” con un problema durante la vigilia anterior.
Así asegurémonos de no robar horas al sueño para no dejar nunca de soñar.
Sin sueño suficiente, todos nos convertimos en niños pequeños de elevada estatura.

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