
Podemos iniciar este tipo de dietas
con la más firme voluntad de continuar en el empeño hasta conseguir nuestro
objetivo de rebajar algunos kilos de peso.
Pero a medida que pasan los días,
vemos que nuestra voluntad no deja de debilitarse y que cada vez nos sentimos
con menos fuerzas para continuar adelante.
Nos empezamos a sentir fatigados,
nuestra energía comienza a escasear y nos volvemos cada vez más irritables.
Paradójicamente, es el éxito de
nuestro empeño de no comer lo que acaba provocando el debilitamiento de nuestra
voluntad que finalmente nos empujará a abandonar la dieta.
Nuestra dieta de hambre, al reducir
nuestros niveles de energía corporal en forma de glucosa, tiene el efecto
colateral de disminuir nuestra fuerza de voluntad.
Y es que la glucosa, que obtenemos de
la comida que tomamos, es la fuente casi única de energía para el cerebro.
Cuando el suministro de glucosa es
inadecuado el funcionamiento del cerebro se ve dificultado.
En su intento de ahorrar energía
cuando ésta escasea, el cerebro tiende a evitar aquellas funciones que
requieren un mayor gasto energético.
Y los procesos de autocontrol son
ejercicios agotadores y que consumen mucha energía.
Hasta el momento se han llevado a
cabo más de 50 estudios diferentes que apoyan la idea de que el ejercicio de
autocontrol consume una gran cantidad de energía.
Esta reducción del nivel de energía
lleva a un ulterior debilitamiento temporal de la capacidad de autocontrol,
dificultando sus mecanismos.
Como resultado, nos costará mucho
tanto llevar a cabo tareas previamente planificadas, como oponernos a los
impulsos del momento.
Y esto hará más probable que
fracasemos en el ejercicio de la voluntad, tanto si se trata de seguir una
dieta de hambre como si es cualquier otro tipo de empeño.
En general, siempre que nuestro
cerebro esté agotado, nuestra voluntad se debilitará, seremos menos capaces de resistir las
tentaciones y los impulsos indeseables, y tendremos a tomar peores decisiones.
Así que asegurémonos de que
nuestra condición física y mental nos habilite para mantener un estado de
elevada energía a lo largo de todo el día.
El mero hecho de elevar nuestro nivel
de energía hará que nuestra voluntad se fortalezca y seamos más capaces de
aplicar nuestros planes y resistir las tentaciones no deseadas.
No dejemos que los ánimos oscuros tomen
el mando, porque eso sería garantizar el fracaso de cualquier iniciativa.
Formemos el hábito de tomar nuestras
decisiones cuando nuestro espíritu esté fresco, nuestro ánimo brioso, y nuestra
energía se encuentre en un punto elevado.
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