
Cosas como memorizar un número binario de 48 dígitos en un
segundo, memorizar la posición que ocupa cada palabra de una lista de 23.000 después
de haberlas oído una sola vez, o memorizar en un minuto el orden preciso de un mazo
de cartas mezcladas.
Sin embargo, todos los estudios neurológicos y de otro
tipo que se han hecho sobre las personas que compiten en estos campeonatos han
llegado a la misma conclusión.
Esas personas no tienen ningún poder mental especial.
¡Ni siquiera tienen mejor memoria que una persona media!
Simplemente utilizan trucos mnemotécnicos basados en la
forma como aprende nuestro cerebro y luego practican estos trucos durante miles
y miles de horas.
En este artículo vamos a centrarnos en uno sólo de estos
grandes principios del aprendizaje, quizás el más importante de todos ellos.
Consiste en conferir la máxima carga emocional posible a
la nueva información que debe aprenderse.
Los campeones de la memoria aprenden a asociar la nueva
información que deben aprender con la situación más grotesca, asquerosa,
ridícula, terrorífica o sexualmente excitante que puedan imaginarse.
¿Por qué?
Porque nuestro cerebro está programado para gastar la
energía que cuesta crear un recuerdo y almacenarlo en la memoria a largo plazo
sólo si considera que la nueva información es “relevante”.
¿Y cómo decide nuestro cerebro si algo es relevante?
Juzgando según la carga emocional positiva o negativa que
conlleva.
Sólo si algo nos emociona, decidirá nuestro cerebro que se
encuentra ante una oportunidad o ante una amenaza que merecen el gasto energético
que implica el aprendizaje.
Así que, profesores del mundo entero, si queréis potenciar
el aprendizaje de vuestros alumnos, recordad esto: debéis emocionarles.
Agitadles, asombradles, fascinadles, sorprendedles. Si es
necesario, incluso horrorizadles.
Si conseguís conferir un carácter emocional a vuestras
clases y a vuestras materias, ¡¡el aprendizaje se producirá!!
Artículos relacionados:
No hay comentarios:
Publicar un comentario