
Skinner
consiguió que las palomas, cargadas de explosivos, aprendiesen a reconocer
formas de barcos, aviones y tanques enemigos. Cada paloma seguía solamente la
figura que había aprendido a seguir, e incluso llegó a conseguir que equipos de
tres palomas trabajasen juntas picoteando en dirección a un objetivo, para
eliminar así fallos individuales.
Lo
hizo aplicando el poderoso principio del “refuerzo positivo”: cada vez que una
paloma realizaba una acción requerida por el investigador (normalmente al
principio por puro azar), éste le premiaba de forma inmediata con comida.
De
este modo, la acción quedaba reforzada y la probabilidad de que la paloma la
repitiese se incrementaba. Después, Skinner iba premiando progresivamente
nuevas acciones de la paloma consecutivas a la primera, hasta que ésta llegaba
a aprender una conducta que podía ser muy sofisticada.
Por
supuesto esta forma de aprendizaje no es exclusiva de las palomas.
Constituye
la esencia misma del aprendizaje en cualquier especie animal, incluido el ser
humano: lo que nos produce placer y bienestar (como la comida), queda
reforzado; lo que nos causa malestar y desagrado, queda relegado al cajón de
conductas indeseables.
En
el campo del aprendizaje, los cursos bien diseñados y especialmente los juegos
serios, aplican también este principio ofreciendo a los participantes retroalimentación
en forma de premios o castigos a medida que avanzan y llevan a cabo acciones.
Estos premios
(puntos, vidas, diplomas, ranking de clasificación, elogios y mensajes de
felicitación, etc.) envían mensajes de éxito a los participantes y les animan a
que sigan avanzando para ganar premios adicionales.
Por supuesto
los participantes también pueden obtener recompensas intrínsecas de su
aprendizaje, como la satisfacción con el progreso que van alcanzando, la interacción
con otros compañeros o la mejora de sus habilidades y conocimientos.
Este
tipo de retroalimentación continua e incremental es imprescindible y debe ir
mucho más allá del clásico “bien hecho” o “lo siento, inténtelo de nuevo” que
encontramos en los tests finales de muchos cursos.
El
objetivo general es importante, pero son las metas intermedias las que hacen
que los participantes sigan adelante.
La retroalimentación motiva y estimula a la acción. ¡Utilicémosla!
La retroalimentación motiva y estimula a la acción. ¡Utilicémosla!
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