
Una de las más fundamentales consiste en proveerles de feedback
o retroalimentación mediante consejos y sugerencias sobre las conductas que
deberían reforzar o modificar.
Puede orientar las atribuciones de quienes lo reciben sobre
sus propios resultados, afectando de este modo a su nivel de confianza.
El feedback puede ser positivo o negativo.
Pero recordad que la alabanza y la crítica son asimétricas.
A todo el mundo le encanta ser alabado y odia ser
criticado.
Todo el mundo está deseoso de obtener alabanzas y por eso
debéis alabar a vuestros colaboradores con frecuencia.
En la medida que lo hagáis, generaréis expectativas positivas
en ellos.
Y las expectativas conforman un poderoso moldeador de las
conductas ajenas porque en general, las personas tienden a responder a dichas
expectativas ajustándose a ellas.
Por ejemplo, en las primeras fases de cualquier
aprendizaje, el índice de fracasos y errores suele ser muy alto.
Y eso puede hacer que estas etapas sean en muchas
ocasiones particularmente frustrantes.
Podéis ayudar a vuestros colaboradores a modificar la
atribución que hacen de dichos resultados si, durante estas fases iniciales,
les felicitáis por su esfuerzo y dedicación, con independencia de sus
resultados.
O si les animáis por estar realizando progresos
importantes, aunque ellos todavía no puedan apreciarlos por sí mismos.
O si, en general, les hacéis ver que sus fracasos se
deben a causas que son controlables por ellos mediante el aprendizaje y el
entrenamiento.
Pero la crítica negativa también es necesaria, siempre que
la hagáis con cuidado y moderación.
Es imposible progresar y desarrollar el máximo potencial
si no se observan los fallos, se examinan cuáles fueron sus causas y se determinan
las acciones correctivas.
Vuestro desafío es realizar la conversación de feedback de
tal forma que quien lo reciba tenga la impresión de que puede elegir.
Lo importante es obtener el compromiso de lograr
los objetivos que aún no se han conseguido alcanzar.
Así que no os limitéis a decirles lo que tienes que
hacer.
Involucrad a vuestros colaboradores e invitadles a que
hagan sugerencias.
No hay forma más eficaz de persuadir a alguien para que
haga algo que hacerle sentir que no está siendo persuadido, sino que está
haciendo una elección voluntaria.
Recordad que todas las personas tienen su talento.
La clave es encontrar cuáles son esos talentos y darles
el mejor uso posible para la organización.
Si sois capaces de proveerles del feedback adecuado,
ayudaréis a vuestros colaboradores a crecer y a desarrollar su potencial.
Entonces comenzarán a desarrollar un ciclo de éxito.
Y ese ciclo tenderá a autoalimentarse por sí mismo.
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