
Después, a los participantes que habían expresado una
opinión contraria a esta pena máxima, se les dividió en dos grupos.
A los miembros del primer grupo, se les “requirió” para
que escribiesen un pequeño ensayo a favor de la pena de muerte.
En cambio, a los miembros del segundo grupo se les “pidió”
que escribiesen, si voluntariamente se prestaban a ello, un pequeño ensayo a
favor de la pena de muerte.
Después de redactar los ensayos, se entrevistó de nuevo a
todos los participantes para volver a preguntarles sobre sus opiniones acerca
de la pena de muerte.
El resultado fue que los miembros del primer grupo
prácticamente no habían experimentado cambios de opinión, porque veían su
ensayo como un mero trámite forzado por causas externas.
En cambio, un porcentaje importante de los miembros del
segundo grupo que habían redactado voluntariamente sus ensayos, mostraron
cambios significativos respecto a sus opiniones previas.
Al haber actuado de un modo que ellos interpretaban como
motivado internamente, se habían visto confrontados con una disonancia que en
cierta medida les había conducido a cambiar sus posiciones.
Y es que no hay forma más eficaz de persuadir a
alguien para que haga algo, que conseguir que participe en la cuestión que se
trate, de modo que sienta que en realidad no está siendo persuadido, sino que
está haciendo una elección voluntaria.
En
buena parte, la eficacia de la metodología del coaching se
basa en este principio social de la voluntariedad, que indica que las personas
sólo nos sentimos comprometidas a ser coherentes con aquello que hemos dicho o
hecho de modo voluntario, pero no cuando sentimos que hemos sido forzados de
alguna manera a hacerlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario