
Reunieron a dos grupos de amas de casa y probaron dos métodos
alternativos de persuasión.
Al primer grupo se le explicó con todo lujo de detalles
los beneficios de comer intestinos animales y cómo esto podría ayudar a los
esfuerzos de guerra. Se les hizo escuchar testimonios entusiastas y se les
proporcionó recibos para que pudiesen adquirir los intestinos.
Al segundo grupo de amas de casa se le pidió que
discutiesen los mejores argumentos que ellas utilizarían para persuadir a otras
amas de casa para que incorporasen los intestinos a su dieta.
El resultado fue que un 32% de este segundo grupo comenzó
a servir intestinos en sus casas, frente a solo un 3% de las integrantes del
primer grupo.
Lo cierto es que cuando escuchamos las prédicas y
exhortaciones de los demás, a menudo lo que nos dicen, nos entra por un oído y
nos sale por otro.
Pero cuando somos nosotros quienes hacemos una admonición
o damos un consejo, puede que no convenzamos a ningún otro, pero con seguridad
nos acabaremos convenciendo a nosotros mismos.
Enseñar a los demás constituye una de las formas más
eficaces de interiorizar cualquier tipo de idea o de aprendizaje, porque supone
un compromiso público que asumimos y que nos impulsa a ser coherentes con
aquello que estamos enseñando a los demás.
Al asumir un compromiso público, y especialmente cuando
nos dedicamos a enseñar o intentar convencer a los demás para que compartan
dicha idea o convicción, nos convertimos en valedores de esa idea, la
interiorizamos totalmente y asumimos sus consecuencias prácticas.
Este conocimiento tiene diferentes aplicaciones
prácticas, también en el campo del aprendizaje, y especialmente aprovechando
las nuevas posibilidades que nos ofrecen las tecnologías 2.0.
Gracias a estas tecnologías, las conversaciones en red
están haciendo posible el surgimiento de nuevas y poderosas formas de
organización social y de intercambio de conocimientos.
Frente a las generaciones anteriores, los actuales usuarios 2.0 han experimentado una evolución, asumiendo un rol más exigente, más activo, más informado y sobre todo más conectado y dispuesto a compartir sus opiniones y conocimientos con los demás.
Frente a las generaciones anteriores, los actuales usuarios 2.0 han experimentado una evolución, asumiendo un rol más exigente, más activo, más informado y sobre todo más conectado y dispuesto a compartir sus opiniones y conocimientos con los demás.
En este marco, nuestra función como formadores 2.0 es
conseguir que todos los participantes de una sesión de formación se conviertan
ellos mismos en maestros de los demás, aportando su conocimiento, sus buenas
prácticas y su experiencia, para entre todos construir la "inteligencia
colectiva" que se crea en entornos colaborativos.
En la medida en que consigamos que los estudiantes
participen de manera más activa en el proceso de aprendizaje, ello ayudará a
generar un compromiso intenso que favorecerá la eficacia de dicho aprendizaje.
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