domingo, 4 de mayo de 2014

Gamificación: la revolución que lo cambiará todo

Matilda es el título de un libro escrito por Roald Dahl, posteriormente adaptado al cine.
Su protagonista es una niña ingeniosa y resuelta, que tiene poderes telequinéticos.
En la escuela sufre, al igual que los demás niños, los drásticos métodos educativos de la directora, la señora Trunchbull, una mujer malévola que parece disfrutar castigando a los niños.
Sobre una de las paredes de la clase, a modo de advertencia, ha hecho pintar la siguiente frase: “Si te estás divirtiendo, es que no estás aprendiendo”.
En realidad, esta idea de la señora Trunchbull no es tan diferente de lo que vienen contándonos desde que somos tiernos infantes, primero en nuestra vida escolar y más adelante como adultos en nuestra vida laboral.
Lo que siempre nos han dicho es que el trabajo, sea en la escuela o sea en la empresa, es una cosa, y la diversión otra muy distinta.
Y que ambos conceptos, trabajo y diversión, no son sólo diferentes, sino que son básicamente conceptos antagónicos.
La mayoría de las personas acaban aceptando esta dicotomía, de modo que se conforman con el hecho de que las actividades que ocuparán buena parte de su tiempo el resto de sus vidas activas, sean actividades aburridas y carentes de interés.
Durante años y décadas, se someterán al suplicio de soportar largas y fastidiosas horas de aburrimiento cotidiano, sea en el pupitre o en el puesto de trabajo, bajo la premisa de que esto es lo que toca, es su  deber, su responsabilidad. 
En muchos casos trabajarán al ralentí, mientras esperan ansiosos la llegada del jueves, el cual anuncia la inminente proximidad del viernes, último día laboral de la semana.
Después del festivo sábado, sufrirán una pequeña depresión el domingo, antesala del lunes, sintiéndose desgraciados por anticipado.
Bueno, así es la vida, pensarán. En los tiempos que corren, bastante es tener un puesto de trabajo ¿no?
Y sin embargo, una nueva tendencia está comenzando a cambiar los paradigmas que durante tanto tiempo hemos aceptado de forma tan absurdamente pasiva.
Se llama gamificación y se refiere a la aplicación de los principios del juego en otros contextos diferentes al propio juego.
La gamificación es el comienzo de una verdadera revolución que durante los próximos años va a cambiarlo absolutamente todo.
¿Por qué y cómo lo hará?
Veamos. El interés por el juego deviene de la observación de que la industria de videojuegos, con más de 500 millones de enfervorizados aficionados en todo el mundo, parece haber encontrado una fórmula mágica para mantener a la gente enganchada a una determinada actividad hora tras hora y día tras día.
¿Cómo consiguen los juegos esta proeza que por regla general se les escapa tanto a las escuelas como a las empresas, en relación a sus alumnos y empleados?
La respuesta puede parecer evidente: los juegos son divertidos, lo que raramente sucede con las tareas que debemos realizar en la escuela o en el trabajo.
Pero ¿por qué encontramos divertidos a los juegos?
¿Es porque sus temáticas son lúdicas y recreativas?
¿Es porque no requieren el esfuerzo que nos exigen las tareas escolares o laborales?
¿Y cómo decide nuestro cerebro que algo es divertido?
En términos neurológicos, lo que llamamos “diversión” significa básicamente descargas de dopamina en las zonas de gratificación de nuestro cerebro.
Los buenos juegos provocan descargas de dopamina en nuestro cerebro. Por eso nuestro cerebro decide que son divertidos. Y el resultado es que quedamos enganchados a ellos.
Y la razón por la cual los juegos nos parecen divertidos no es porque requieran poco esfuerzo o concentración.
En realidad, los buenos juegos consiguen que los jugadores se involucren mentalmente en el juego de un modo muy profundo.
Que realicen un gran esfuerzo intelectual tratando de llegar lo más lejos posible en el juego, explorando nuevas variaciones, intentándolo una y otra vez.
Los juegos tampoco nos enganchan porque sus temáticas sean recreativas y lúdicas, mientras que la escuela y las empresas se ocupan de asuntos más serios, y por tanto menos divertidos.
Veamos por ejemplo el caso de Farmville, un juego que permite gestionar una granja virtual: plantar, criar y cosechar cultivos, árboles y animales domésticos.
Desde su lanzamiento en 2009, esta aplicación ha conseguido más de 80 millones de usuarios activos mensuales.
¿Gestionar una granja es divertido?
¿Plantar cosechas y criar animales domésticos es apasionante?
Para la mayoría de las personas, desde luego que no.
Lo que sucede es que los diseñadores de éste, como de cualquier otro juego exitoso, han sido capaces de aplicar algunos de los principios científicos fundamentales relativos a la motivación y a la conducta humana.
Probablemente muchos de estos diseñadores de juegos no sean capaces de verbalizar estos principios psicológicos que están aplicando para conseguir un diseño exitoso de los juegos.
Pero lo cierto es que han tenido que aprender cómo promover la motivación y el interés de los participantes para que continúen jugando.
Han tenido que hacerlo a la fuerza, porque a menos que sus juegos sean capaces de motivar y enganchar a los jugadores, no venderán.
A través de este aprendizaje, han logrado construir entornos de juego que resultan casi irresistibles para la mayoría de las personas.
Entornos adictivos que les enganchan, les comprometen y consiguen que apliquen sus mejores talentos y capacidades para tratar de ganar el juego.
En cambio, las escuelas y organizaciones empresariales han vivido casi completamente al margen del asunto central de la motivación humana.
Tal vez han pensado que no necesitaban hacerlo.
Pero la gran lección que nos han brindado los juegos es que el trabajo y la diversión no tienen por qué ser conceptos antagónicos.
Sino que, justamente al contrario, es cuando se consigue motivar y enganchar a los empleados, hasta el punto de que el trabajo se convierte en diversión, cuando comienzan a comprometerse realmente con su trabajo, aplicando su máximo esfuerzo, talento y capacidad productiva.
Y es justamente cuando los alumnos se divierten aprendiendo, cuando su aprendizaje comienza a ser verdaderamente eficaz y duradero.
Los diseñadores de juegos no han inventado nada que la ciencia de la conducta humana no conociese ya con anterioridad.
Pero su éxito ha venido a recordarnos cómo funcionan los principios básicos de la motivación,  tan obviados en el entorno de la escuela y de las organizaciones empresariales.
La gamificación lo va a cambiar todo.
Nos ayudará a diseñar entornos y procesos de trabajo mucho más compatibles con la forma como realmente funciona nuestro cerebro.
Y al hacerlo, transformarán el trabajo en diversión.
Multiplicarán la productividad de los recursos humanos en todos los ámbitos de actividad.
Cambiarán definitivamente la forma como se relacionan las organizaciones con sus empleados y con sus clientes.
Estimularán la capacidad creativa y de innovación de millones de personas en todo el mundo.
Ayudarán a resolver muchos de los pequeños y grandes problemas de la humanidad.
Y terminarán con la lacra que supone pasar buena parte de la vida inmersos en un sistema escolar y laboral que son al mismo tiempo aburridos e improductivos.
Bienvenidos a esta revolución imparable.

3 comentarios:

  1. Me ha encantado este post. Comparto en su gran mayoría lo que planteas. Aspiro a un paso más, a alcanzar el placer de un niño que juega sin esperar recompensas, por el placer de hacerlo y logra aprendizajes significativos, que es la mayor de las recompensas ¿Por qué si pasamos buena parte de nuestra vida trabajando, vamos a renunciar a pasárnoslo bien en ellas? El trabajo no puede ser, al menos para ser humano, un punto y aparte en la vida. La educación tampoco. Debemos inculcar el placer de aprender, potenciando la motivación intrínseca. Me ha encantado el planteamineto desde el enfoque inicial. Saludos

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  2. Muchas gracias Jesús, estamos en total sintonía. Saludos!

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  3. Me encanta todo lo manifestado en este magnífico Bloq y estoy totalmente de acuerdo, Personalmente me divierto trabajando y hago que mi equipo se divierta trabajando conmigo, además se puede ser estricto y escrupuloso en el trabajo, esto hay gente que aún no lo entiende, pero se puede ser mucho más productivo, se puede ser más feliz, que recordemos es un estado que decidimos nosotros mismos, y podemos disfrutar con lo que hacemos, además si lo haces en equipo es aún más gratificante. Con ello consigues que el equipo se implique y sinceramente no veo otra salida al actual modelo de gestión y de liderazgo, todo lo demás está agotado y no funciona. Tienes mucha razón en todo lo expuesto, porque no divertirnos haciendo lo que más nos gusta y además sabemos hacer, mi objetivo ayudar a crear experiencias y creo que lo estamos consiguiendo.

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