
Se crio con su
madre, a quien adoraba, y con sus tres hermanas.
En algunas
ocasiones, su madre se ausentaba y Gardner era internado en casas de acogida.
Fue detenida y
recluida dos veces en la cárcel, una primera por recibir ayudas estatales de
beneficencia mientras se encontraba trabajando, y una segunda vez, por intentar
quemar la casa mientras su marido y padrastro de Chris se encontraba durmiendo
allí.
Quería matarle
por el constante maltrato y palizas que le daba a ella y a sus hijos.
El padrastro de
Chris, un hombre llamado Triplett, era de carácter violento, aficionado al
alcohol y a las armas.
Tenía frecuentes
accesos de ira, y constantemente les insultaba, les golpeaba y les recordaba a
sus hijastros que él no era su padre.
Gardner tuvo una
infancia difícil, marcada por la pobreza, el alcoholismo, la violencia doméstica, el miedo
constante y el abuso de su padrastro.
Pero, pese a una
niñez llena de problemas y dificultades, su madre supo proveerle desde el
momento de su nacimiento del cuidado y afecto necesarios.
Y le enseñó a
creer en sí mismo y a confiar en que, pese a sus orígenes humildes, si lo
quería, algún día llegaría a “ganar un millón de dólares”.
Por si las
condiciones de vida de su infancia no fuesen suficientemente dramáticas,
Gardner también tuvo que aprender a afrontar algunas situaciones traumáticas,
como una violación de la que fue objeto cuando era un niño, a manos de un
hombre que formaba parte de una banda de ladrones que actuaba en su barrio.
Gardner no tenía
en ese momento nadie a quien contar su experiencia, así que aprendió a bloquear
su trauma, a contenerlo, a dejarlo compartimentado para que no afectase al
resto de su vida.
En algún momento
posterior, Gardner tuvo la oportunidad de volver a tener un encuentro con ese
hombre que le había violado.
Entonces, le
golpeó con un ladrillo con todas sus fuerzas, y luego se marchó, dejando que el
trauma y el hombre quedasen allí tirados en la calle, y definitivamente
olvidados.
Después de
terminar sus estudios en la escuela secundaria, Gardner se alistó en la Marina,
siguiendo el único modelo masculino que tenía en la vida, el de sus tíos
maternos.
Después de
cuatro años de servicio militar, Gardner se fue a San Francisco, donde se
empleó como vendedor de material médico, se casó y tuvo un hijo, Chris Jr.
Un día, cuando
estaba en un aparcamiento, encontró a un hombre que conducía un deslumbrante
Ferrari rojo.
Buscaba un sitio
para aparcar, así que Gardner le ofreció el suyo, pero le dijo que quería
hacerle dos preguntas. Le preguntó: “¿Qué haces?”, y “Cómo lo haces?”.
El hombre le
dijo que era un agente bursátil, y que ganaba 80.000 dólares al mes.
Gardner supo a
partir de ese momento que ese sería su objetivo en la vida.
Comenzó a
recorrer las agencias de corredores de Bolsa solicitando poder participar en
los programas de entrenamiento.
Finalmente fue
aceptado en un programa intensivo de seis meses de entrenamiento, en la firma
bursátil Dean Witter.
Para atenderlo,
tuvo que dejar su trabajo como vendedor médico, pero el problema era que
durante su etapa de aprendizaje no percibiría salario alguno.
Así que durante
las tardes, se dedicó a realizar todo tipo de tareas que le ayudasen a mantener
a su familia, como cortar césped, limpiar aparcamientos, arreglar tejados o
cualquier otro trabajo eventual que pudiese encontrar.
La decisión que
había tomado Gardner parecía sumamente arriesgada.
No tenía ninguna
experiencia previa en el sector financiero, ni tenía conocimiento alguno de
economía o finanzas.
Era negro en un
sector que en este tiempo estaba totalmente acaparado por personas de raza
blanca.
Y debía
dedicarse en cuerpo y alma a realizar un curso de entrenamiento, en el que no
cobraba sueldo alguno, y al final del cual, sus probabilidades de ser
contratado eran de sólo un 5%, ya que sólo uno de los 20 aprendices sería
contratado por la firma.
El momento más
duro llegó cuando Gardner tuvo que declararse en bancarrota personal y fue
encarcelado durante unos días, debido a una acumulación de 1.200 dólares de
multas de aparcamiento e impuestos que no podía pagar.
Poco después su
mujer, harta de los problemas económicos y las penalidades, decidió
abandonarle.
En un primer
momento se llevó a su hijo de corta edad, pero después fue a la pensión a donde
se había trasladado Chris, y le pidió que se quedara con el niño.
Él aceptó porque
cuando era un crío se había hecho a sí mismo la promesa de que, cuando tuviera
hijos, sabrían quién es su padre, y nunca les abandonaría.
Chris se esforzó
todo lo que pudo para intentar sobresalir en su adiestramiento.
Aunque sus
condiciones de vida resultaban dramáticas, es seguro que ningún otro de sus
compañeros poseía un nivel de motivación y una intensidad del deseo de
conseguir su objetivo como lo tenía él.
Durante todo el
tiempo que duró el adiestramiento, Chris se aseguró de que sus jefes y
compañeros de trabajo nunca supieran que durante las tardes tenía que dedicarse
a intentar encontrar algo de comida y un lugar donde poder dormir con su hijo.
Cuando se había
hecho cargo de su hijo, tuvo que dejar la pensión donde se hospedaba porque no
admitían niños.
Así que, cuando
podía pagarlo, se alojaba con su hijo en un hotel de tarifa reducida.
Las empleadas de
la limpieza del hotel observaron que Gardner siempre iba con el niño y con su
carrito, sin que hubiese nunca una mujer que les acompañase.
Se imaginaron
cual debía ser la situación, y empezaron a darle en ciertas ocasiones al niño
un billete de 5 dólares.
A menudo, ese
dinero era lo único que permitía a Gardner alimentar ese día a su hijo.
Muchos días
Gardner tenía que elegir entre dormir en un hotel o que su hijo y él pudieran
comer algo, así que compraban algo de comida y luego se dedicaban a dejar que
el tiempo pasase viajando en los vagones del metro.
Cuando llegaba
la hora de dormir, Gardner pasaba la noche encerrado con su hijo en el baño
público de una estación de autobús.
Un día,
Christopher estaba lavando a su hijo en ese baño público a la luz de una vela,
porque no tenían luz eléctrica.
Se encontraba en
un momento de abatimiento tal en el que no sabía si iba a abandonar, si se iba
a derrumbar, o si simplemente se iba a poner a llorar.
De alguna forma
este niño, este bebé, se dio cuenta de la situación, y se puso de pie en la
bañera.
Dijo: “Papa,
¿sabes qué? Eres un buen papá”.
Gardner
manifestaría más adelante que en toda su vida nunca oyó otras palabras que
significasen tanto para él.
Era todo lo que
necesitaba para seguir adelante.
Finalmente,
Gardner aprobó su examen para obtener la licencia de corredor de bolsa en 1981,
al primer intento.
Fue el único de
los 20 participantes del programa de adiestramiento que fue seleccionado por
Dean Witter para comenzar a trabajar en la firma.
Trabajó muy duro,
entrando siempre el primero y saliendo el último, para captar nuevos clientes
para la firma.
Pronto pudo
trasladarse con su hijo a vivir en un apartamento.
Pese a ser uno
de los pocos afro-americanos en el exclusivo mundo de los agentes bursátiles,
Gardner continuó progresando en los siguientes años hasta llegar convertirse en
uno de los agentes más exitosos.
En 1987 creó su
propia firma bursátil y actualmente Gardner está casado, tiene dos hijos, es
multimillonario.
Dedica una parte
de su tiempo a la filantropía, el apoyo de las personas sin hogar en los
Estados Unidos, y a impartir charlas motivacionales e inspiradoras, basadas en
su propio caso real.
Su vida fue
llevada al cine en la película “En busca de la Felicidad”, protagonizada por
Will Smith.
Si analizamos la
niñez de Chris Gardner, vemos que estuvo repleta de circunstancias difíciles y
desalentadoras.
No conoció a su
verdadero padre.
Y soportó abusos
físicos continuados a manos del brutal marido de su madre, viviendo en un
ambiente de pobreza y racismo.
Incluso fue
objeto de una traumática y humillante violación.
Pese a todo,
Gardner consiguió superar todos estos obstáculos y dificultades, y llegó a
alcanzar el éxito tanto personal como profesionalmente.
Las
circunstancias difíciles en las que se desenvolvió la niñez de Gardner no
resultaron inocuas para su desarrollo.
Llegó a tener
una baja autoestima, e incluso en algunos momentos sintió que se odiaba a sí
mismo.
Tuvo flirteos
con las drogas, como la cocaína o el hachís.
En su primera
juventud llevó a cabo pequeños delitos.
Y a menudo tuvo
dificultades en sus relaciones con las mujeres.
En numerosas
ocasiones a lo largo de su vida, Gardner pareció hallarse al borde del
precipicio.
Sufrió enormes
dificultades para continuar adelante mientras perseguía su sueño de convertirse
en un corredor de Bolsa.
Y el divorcio y
sus problemas legales y financieros le precipitaron en una espiral descendente
que le condujeron a convertirse en un hombre sin hogar, que además debía cuidar
de su hijo de corta edad.
En ese momento,
Gardner pudo haberse rendido.
Y varias veces
estuvo a punto de hacerlo.
Pudo haber
gastado sus exiguas ganancias en tratar de aliviar su frustración con el
alcohol, o en adoptar un estilo de vida que le acabaría de hundir en el
desastre.
Pero en lugar de
eso, decidió que tomaría el control de la situación.
Luchó para
alcanzar su sueño y cuidar de su hijo, incluso si para ello, había noches que
tenían que dormir juntos en el baño público de una estación de autobús.
No cabe duda de
que la capacidad de Gardner para resistir la adversidad y acabar triunfando se
debe, en buena parte, al estímulo temprano proporcionado por su madre así como
al sentido de la responsabilidad que le inculcó, y las altas expectativas que
puso en él.
Le hicieron
sentir y creer que podría llegar a ser algo en la vida.
Por eso, pese a
todos sus problemas, Gardner siempre mantuvo el destello de la confianza en sí
mismo, inculcado y alentado por su madre desde el mismo momento de su
nacimiento.
Después, el
hecho de haber sido capaz de encontrar en un momento de su vida una meta clara
y concreta, y que para él resultaba sumamente atractiva, como es el hecho de
querer llegar a ser agente bursátil, le dio la claridad mental y la motivación
especial necesarias para alcanzar ese objetivo.
Además, Gardner
tuvo un aliado inesperado y excepcional que le ayudaría a superar la
adversidad: el apoyo que le brindó su hijo de corta edad, o incluso su mera
existencia.
Para los seres
humanos el apoyo social y la vida en grupo no son una elección, sino una
necesidad sin la cual no es posible alcanzar el éxito ni la felicidad.
Confianza en sí
mismo, objetivos claros, tenacidad y apoyo social. Estas son las claves de
superación que permitieron a Christopher Gardner, y que pueden ayudarnos a
cualquiera de nosotros a alcanzar nuestras metas.
Recordemos la
frase de Will Durant: “Nunca el futuro ocurrió por casualidad. Fue creado antes”.
¡Excelente experiencia! Vi la película, pero nada como entrar y leer este blog con todos los detalles que esto implica. Todos los seres humanos queremos alcanzar la felividad, y sin embargo, nos ponemos limitaciones... De verdad, me llega esta historia real y me pone a pensar en mi propia vida.
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