jueves, 28 de noviembre de 2013

Claves de superación personal

Nacido en 1954 en Milawaukee, Estado norteamericano de Wisconsin, Christopher Gardner nunca conoció a su padre, que les abandonó poco después de su nacimiento.
Se crio con su madre, a quien adoraba, y con sus tres hermanas.
En algunas ocasiones, su madre se ausentaba y Gardner era internado en casas de acogida.
Sólo cuando alcanzó la edad adulta, Chris supo la razón de estas ausencias de su madre.
Fue detenida y recluida dos veces en la cárcel, una primera por recibir ayudas estatales de beneficencia mientras se encontraba trabajando, y una segunda vez, por intentar quemar la casa mientras su marido y padrastro de Chris se encontraba durmiendo allí.
Quería matarle por el constante maltrato y palizas que le daba a ella y a sus hijos.
El padrastro de Chris, un hombre llamado Triplett, era de carácter violento, aficionado al alcohol y a las armas.
Tenía frecuentes accesos de ira, y constantemente les insultaba, les golpeaba y les recordaba a sus hijastros que él no era su padre.
Gardner tuvo una infancia difícil, marcada por la pobreza, el alcoholismo, la violencia doméstica, el miedo constante y el abuso de su padrastro.
Pero, pese a una niñez llena de problemas y dificultades, su madre supo proveerle desde el momento de su nacimiento del cuidado y afecto necesarios.
Y le enseñó a creer en sí mismo y a confiar en que, pese a sus orígenes humildes, si lo quería, algún día llegaría a “ganar un millón de dólares”.
Por si las condiciones de vida de su infancia no fuesen suficientemente dramáticas, Gardner también tuvo que aprender a afrontar algunas situaciones traumáticas, como una violación de la que fue objeto cuando era un niño, a manos de un hombre que formaba parte de una banda de ladrones que actuaba en su barrio.
Gardner no tenía en ese momento nadie a quien contar su experiencia, así que aprendió a bloquear su trauma, a contenerlo, a dejarlo compartimentado para que no afectase al resto de su vida.
En algún momento posterior, Gardner tuvo la oportunidad de volver a tener un encuentro con ese hombre que le había violado.
Entonces, le golpeó con un ladrillo con todas sus fuerzas, y luego se marchó, dejando que el trauma y el hombre quedasen allí tirados en la calle, y definitivamente olvidados.
Después de terminar sus estudios en la escuela secundaria, Gardner se alistó en la Marina, siguiendo el único modelo masculino que tenía en la vida, el de sus tíos maternos.
Después de cuatro años de servicio militar, Gardner se fue a San Francisco, donde se empleó como vendedor de material médico, se casó y tuvo un hijo, Chris Jr.
Un día, cuando estaba en un aparcamiento, encontró a un hombre que conducía un deslumbrante Ferrari rojo.
Buscaba un sitio para aparcar, así que Gardner le ofreció el suyo, pero le dijo que quería hacerle dos preguntas. Le preguntó: “¿Qué haces?”, y “Cómo lo haces?”.
El hombre le dijo que era un agente bursátil, y que ganaba 80.000 dólares al mes.
Gardner supo a partir de ese momento que ese sería su objetivo en la vida.
Comenzó a recorrer las agencias de corredores de Bolsa solicitando poder participar en los programas de entrenamiento.
Finalmente fue aceptado en un programa intensivo de seis meses de entrenamiento, en la firma bursátil Dean Witter.
Para atenderlo, tuvo que dejar su trabajo como vendedor médico, pero el problema era que durante su etapa de aprendizaje no percibiría salario alguno.
Así que durante las tardes, se dedicó a realizar todo tipo de tareas que le ayudasen a mantener a su familia, como cortar césped, limpiar aparcamientos, arreglar tejados o cualquier otro trabajo eventual que pudiese encontrar.
La decisión que había tomado Gardner parecía sumamente arriesgada.
No tenía ninguna experiencia previa en el sector financiero, ni tenía conocimiento alguno de economía o finanzas.
Era negro en un sector que en este tiempo estaba totalmente acaparado por personas de raza blanca.
Y debía dedicarse en cuerpo y alma a realizar un curso de entrenamiento, en el que no cobraba sueldo alguno, y al final del cual, sus probabilidades de ser contratado eran de sólo un 5%, ya que sólo uno de los 20 aprendices sería contratado por la firma.
El momento más duro llegó cuando Gardner tuvo que declararse en bancarrota personal y fue encarcelado durante unos días, debido a una acumulación de 1.200 dólares de multas de aparcamiento e impuestos que no podía pagar.
Poco después su mujer, harta de los problemas económicos y las penalidades, decidió abandonarle.
En un primer momento se llevó a su hijo de corta edad, pero después fue a la pensión a donde se había trasladado Chris, y le pidió que se quedara con el niño.
Él aceptó porque cuando era un crío se había hecho a sí mismo la promesa de que, cuando tuviera hijos, sabrían quién es su padre, y nunca les abandonaría.
Chris se esforzó todo lo que pudo para intentar sobresalir en su adiestramiento.
Aunque sus condiciones de vida resultaban dramáticas, es seguro que ningún otro de sus compañeros poseía un nivel de motivación y una intensidad del deseo de conseguir su objetivo como lo tenía él.
Durante todo el tiempo que duró el adiestramiento, Chris se aseguró de que sus jefes y compañeros de trabajo nunca supieran que durante las tardes tenía que dedicarse a intentar encontrar algo de comida y un lugar donde poder dormir con su hijo.
Cuando se había hecho cargo de su hijo, tuvo que dejar la pensión donde se hospedaba porque no admitían niños.
Así que, cuando podía pagarlo, se alojaba con su hijo en un hotel de tarifa reducida.
Las empleadas de la limpieza del hotel observaron que Gardner siempre iba con el niño y con su carrito, sin que hubiese nunca una mujer que les acompañase.
Se imaginaron cual debía ser la situación, y empezaron a darle en ciertas ocasiones al niño un billete de 5 dólares.
A menudo, ese dinero era lo único que permitía a Gardner alimentar ese día a su hijo.
Muchos días Gardner tenía que elegir entre dormir en un hotel o que su hijo y él pudieran comer algo, así que compraban algo de comida y luego se dedicaban a dejar que el tiempo pasase viajando en los vagones del metro.
Cuando llegaba la hora de dormir, Gardner pasaba la noche encerrado con su hijo en el baño público de una estación de autobús.
Un día, Christopher estaba lavando a su hijo en ese baño público a la luz de una vela, porque no tenían luz eléctrica.
Se encontraba en un momento de abatimiento tal en el que no sabía si iba a abandonar, si se iba a derrumbar, o si simplemente se iba a poner a llorar.
De alguna forma este niño, este bebé, se dio cuenta de la situación, y se puso de pie en la bañera.
Dijo: “Papa, ¿sabes qué? Eres un buen papá”.
Gardner manifestaría más adelante que en toda su vida nunca oyó otras palabras que significasen tanto para él.
Era todo lo que necesitaba para seguir adelante.
Finalmente, Gardner aprobó su examen para obtener la licencia de corredor de bolsa en 1981, al primer intento.
Fue el único de los 20 participantes del programa de adiestramiento que fue seleccionado por Dean Witter para comenzar a trabajar en la firma.
Trabajó muy duro, entrando siempre el primero y saliendo el último, para captar nuevos clientes para la firma.
Pronto pudo trasladarse con su hijo a vivir en un apartamento.
Pese a ser uno de los pocos afro-americanos en el exclusivo mundo de los agentes bursátiles, Gardner continuó progresando en los siguientes años hasta llegar convertirse en uno de los agentes más exitosos.
En 1987 creó su propia firma bursátil y actualmente Gardner está casado, tiene dos hijos, es multimillonario.
Dedica una parte de su tiempo a la filantropía, el apoyo de las personas sin hogar en los Estados Unidos, y a impartir charlas motivacionales e inspiradoras, basadas en su propio caso real.
Su vida fue llevada al cine en la película “En busca de la Felicidad”, protagonizada por Will Smith.
Si analizamos la niñez de Chris Gardner, vemos que estuvo repleta de circunstancias difíciles y desalentadoras.
No conoció a su verdadero padre.
Y soportó abusos físicos continuados a manos del brutal marido de su madre, viviendo en un ambiente de pobreza y racismo.
Incluso fue objeto de una traumática y humillante violación.
Pese a todo, Gardner consiguió superar todos estos obstáculos y dificultades, y llegó a alcanzar el éxito tanto personal como profesionalmente.
Las circunstancias difíciles en las que se desenvolvió la niñez de Gardner no resultaron inocuas para su desarrollo.
Llegó a tener una baja autoestima, e incluso en algunos momentos sintió que se odiaba a sí mismo.
Tuvo flirteos con las drogas, como la cocaína o el hachís.
En su primera juventud llevó a cabo pequeños delitos.
Y a menudo tuvo dificultades en sus relaciones con las mujeres.
En numerosas ocasiones a lo largo de su vida, Gardner pareció hallarse al borde del precipicio.
Sufrió enormes dificultades para continuar adelante mientras perseguía su sueño de convertirse en un corredor de Bolsa.
Y el divorcio y sus problemas legales y financieros le precipitaron en una espiral descendente que le condujeron a convertirse en un hombre sin hogar, que además debía cuidar de su hijo de corta edad.
En ese momento, Gardner pudo haberse rendido.
Y varias veces estuvo a punto de hacerlo.
Pudo haber gastado sus exiguas ganancias en tratar de aliviar su frustración con el alcohol, o en adoptar un estilo de vida que le acabaría de hundir en el desastre.
Pero en lugar de eso, decidió que tomaría el control de la situación.
Luchó para alcanzar su sueño y cuidar de su hijo, incluso si para ello, había noches que tenían que dormir juntos en el baño público de una estación de autobús.
No cabe duda de que la capacidad de Gardner para resistir la adversidad y acabar triunfando se debe, en buena parte, al estímulo temprano proporcionado por su madre así como al sentido de la responsabilidad que le inculcó, y las altas expectativas que puso en él.
Le hicieron sentir y creer que podría llegar a ser algo en la vida.
Por eso, pese a todos sus problemas, Gardner siempre mantuvo el destello de la confianza en sí mismo, inculcado y alentado por su madre desde el mismo momento de su nacimiento.
Después, el hecho de haber sido capaz de encontrar en un momento de su vida una meta clara y concreta, y que para él resultaba sumamente atractiva, como es el hecho de querer llegar a ser agente bursátil, le dio la claridad mental y la motivación especial necesarias para alcanzar ese objetivo.
Además, Gardner tuvo un aliado inesperado y excepcional que le ayudaría a superar la adversidad: el apoyo que le brindó su hijo de corta edad, o incluso su mera existencia.
Para los seres humanos el apoyo social y la vida en grupo no son una elección, sino una necesidad sin la cual no es posible alcanzar el éxito ni la felicidad.
Confianza en sí mismo, objetivos claros, tenacidad y apoyo social. Estas son las claves de superación que permitieron a Christopher Gardner, y que pueden ayudarnos a cualquiera de nosotros a alcanzar nuestras metas.
Recordemos la frase de Will Durant: “Nunca el futuro ocurrió por casualidad. Fue creado antes”.


1 comentario:

  1. ¡Excelente experiencia! Vi la película, pero nada como entrar y leer este blog con todos los detalles que esto implica. Todos los seres humanos queremos alcanzar la felividad, y sin embargo, nos ponemos limitaciones... De verdad, me llega esta historia real y me pone a pensar en mi propia vida.

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