
La inmensa mayoría de las personas firmó la carta de buen
grado.
Unos meses después los voluntarios de la organización
volvieron a visitar tanto a estos vecinos como a otros que no habían recibido
la primera visita, para pedirles una contribución económica.
El resultado fue que el porcentaje de personas que realizó
una aportación económica fue casi el doble entre los que habían firmado la
primera carta de apoyo que entre quienes no lo habían hecho porque no habían
sido visitados.
Lo que había sucedido es que, una vez que las personas
inicialmente visitadas se prestaron de forma voluntaria a apoyar moralmente con
su firma la lucha contra el cáncer, comenzaron a verse a sí mismas como
personas comprometidas con esa causa.
Y eso hizo más probable que en la siguiente visita se
prestasen a realizar una donación económica a la misma.
Las personas intentamos ser coherentes con la imagen que
proyectamos ante nosotros mismos y ante los demás.
Por eso, siempre que una persona realiza voluntariamente
un acto en una determinada dirección, se acrecientan las probabilidades de que
continúe dando más pasos en esa misma dirección.
Aplicado al ámbito del entrenamiento de las habilidades,
podemos decir que en general nos resultará más fácil conducir a una persona por
el sendero del cambio, la mejora y el crecimiento personal, si logramos que
vaya dando pequeños pasos voluntarios en esa dirección.
Cada paso que dé le ayudará a ir construyendo una nueva
imagen de sí mismo. Imagen con la que entonces tratará de ser coherente
manifestando una conducta acorde con la misma.
Y de este modo, comenzando con un primer paso, puede
lograrse una progresión en espiral.
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