domingo, 9 de junio de 2013

Lo que Sigmund Freud no podría lograr


Por fortuna la psicoterapia analítica ha evolucionado y hoy en día es una potente herramienta para el conocimiento de sí mismo.


Pero un tiempo en que la psicoterapia estuvo de moda y los facultativos hablaban sin empacho de conceptos fantasiosos como la "envidia del pene", fabulaban sin rubor "interpretando los sueños", o daban complejas y equivocadas explicaciones del funcionamiento de la mente basadas en "el ello”, “el yo”, “el superyo" y otros conceptos igualmente quiméricos.
En esa época el terapeuta mandaba normalmente al paciente a que se acostase en un sofá y a lo largo de un tratamiento caro y largo, que frecuentemente se prolongaba durante varios años, le pedía que le fuese contando todos los detalles de su infancia y de su vida pasada, sus sueños, etc.
Los terapeutas tenían especial interés en conseguir aflorar los "recuerdos reprimidos" de sus pacientes. La razón es que, según una de las tesis más conocidas del psicoanálisis, popularizada a través de las películas de cine, cuando una persona ha quedado traumatizada debido a algún tipo de suceso horrible, su subconsciente puede tomar la decisión de “reprimir” esos recuerdos debido a que son demasiado dolorosos. Y esa sería la razón por la cual tal vez no consiga recordarlos.
Apoyándose en esta creencia, miles de psicoanalistas trataron de ayudar a una legión de pacientes “traumatizados” a sacar a la luz estos recuerdos supuestamente reprimidos, para de este modo liberarles de sus efectos y conseguir que recuperasen la paz interior.
Pero la moderna neurociencia nos dice que el cerebro no funciona de esta forma.
Cuando nos vemos sometidos a condiciones de estrés, nuestro sistema hormonal libera grandes cantidades de adrenalina, que van al cerebro.
Esta saturación hormonal produce dos efectos contrapuestos: por un lado, potencia a la amígdala, pero al mismo tiempo, afecta adversamente al hipocampo.
La amígdala es un verdadero almacén de recuerdos emocionales, por lo que su estimulación hará que el proceso de consolidación de la memoria sea más rápido e intenso.
Esa es la razón por la cual casi todos recordamos lo que hacíamos el 11 de septiembre de 2001, pero no lo que hacíamos el 11 de agosto.
Sin embargo, como hemos comentado, la adrenalina liberada como consecuencia de la situación de estrés también afecta negativamente al hipocampo, que es el lugar del cerebro donde se fabrican los recuerdos.
Si la descarga de adrenalina ha sido suficientemente masiva, entonces el hipocampo puede llegar a quedar temporalmente desactivado por completo, y entonces no será capaz de fabricar ningún recuerdo de lo acontecido.
Como resultado, la persona sometida a este tipo de situaciones traumáticas, guardará un preciso recuerdo del dolor y la ansiedad experimentados, debido a la super-activación de su amígdala. Pero no será capaz de recordar las circunstancias concretas en que se produjo el hecho traumático, porque simplemente su cerebro nunca llegó a fabricar ese recuerdo.

Así que esta persona no podrá aflorar un recuerdo que nunca llegó a existir, ni siquiera si el mismísimo Sigmund Freud le acostase en el sofá de su consulta para someterla a tratamiento...




2 comentarios:

  1. Hace tiempo que la psicoterapia anaítica no se basa en recuperar los recuerdos reprimidos o traumáticos, así empezó. Hoy el psicoanálisis presenta múltiples métodos, mediante el cual se educan las capacidades del sujeto para desarrollar lo que llamaríamos el Yo. Autoobservación, empatía, aplazamiento del impulso, mejora de la comunicación ...Y sobre todo conocimiento de uno mismo sus fortalezas, miedos y motivaciones profundas.

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    1. Tienes toda la razón. Por fortuna la psicoterapia analítica ha evolucionado en el sentido que comentas.

      En realidad el artículo no pretendía desacreditar esta disciplina, sólo ilustrar de un modo bien gráfico la forma como se generan los recuerdos y cómo puede afectar a este proceso las situaciones de estrés.

      Mi máximo respeto y aprecio hacia los psicoterapeutas.

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