miércoles, 19 de junio de 2013

El coste biológico de ser nuestro mejor yo

La evolución nos dio nuevos y complicados modos de actuar, que son los procesos cognitivos superiores, pero son muy caros en términos de combustible quemado.
Si la energía escasea, entonces nuestro cerebro tiende a sumirse en un estado de abulia y  dificultad para la concentración.
Más de 50 estudios diferentes apoyan la idea de que un bajo nivel de energía se relaciona con dificultadas para llevar a cabo tareas cognitivas superiores como el aprendizaje y el pensamiento creativo.
Recordemos que el cerebro es el órgano del cuerpo que más energía consume, ya que la actividad cerebral resulta extremadamente costosa en términos energéticos.
Y lo que más energía consume son aquellas tareas que requieren atención consciente, ya que utilizan las partes del cerebro que involucran la memoria operativa, lo que implica una gran cantidad de energía.
Nuestro cerebro utiliza la glucosa, que obtenemos de la comida que tomamos, como fuente casi única de energía.
Y sólo si el cerebro cuenta con la provisión adecuada de glucosa puede funcionar correctamente.
Si este suministro es inadecuado, el funcionamiento del cerebro se ve dificultado.
Al descender nuestro nivel de glucosa, nuestro cerebro intenta ahorrar el consumo energético, evitando aquellas funciones que requieren un mayor gasto, como los procesos de focalización de la atención o la realización de tareas mentales difíciles.
Desde una perspectiva biológica, esta desidia y debilitamiento de la capacidad de concentración y aprendizaje que acontece cuando nuestro nivel de energía es bajo, tiene su explicación en la necesidad de ahorrar energía en los momentos en que ésta escasea.
En esas circunstancias, nuestro organismo pone en marcha una serie de mecanismos que reducen al mínimo aquellas actividades mentales altamente consumidoras de energía, siempre que no sea urgentemente necesario su uso.
Este mecanismo cerebral, desarrollado en la época prehistórica de escasa disponibilidad de alimentos, podía suponer entonces una ventaja competitiva para la supervivencia.
Actualmente, seguimos sintiéndonos empujados hacia un estado de desidia general, con dificultades para la concentración y el aprendizaje, cada vez que nos encontramos en una situación de falta de energía.
Eso no significa que por el hecho de tomar todo el día alimentos que se transforman rápidamente en glucosa vayamos a ser capaces de mantener un elevado nivel de energía y unas facultades mentales brillantes.
De hecho, los alimentos con alto nivel de glucosa o el simple exceso de comida pueden producir justamente el efecto contrario al esperado, reduciendo nuestros niveles de energía.
Son más bien los hábitos de alimentación y estilo de vida saludables los que nos permiten maximizar nuestros niveles de energía durante todo el día.
Ser nuestro mejor yo es biológicamente costoso.
Pero todos tenemos la capacidad de desplegar la mejor versión de nosotros mismos y usar nuestras facultades mentales superiores de la forma más productiva posible.
¡Sólo tenemos que cuidar físicamente de nuestro cerebro!

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