
Si la energía escasea, entonces nuestro cerebro tiende a sumirse
en un estado de abulia y dificultad para
la concentración.
Más de 50 estudios diferentes apoyan la idea de que un
bajo nivel de energía se relaciona
con dificultadas para llevar a cabo tareas cognitivas superiores como el aprendizaje
y el pensamiento creativo.
Recordemos que el cerebro es el órgano del cuerpo que más
energía consume, ya que la actividad cerebral resulta extremadamente costosa en
términos energéticos.
Y lo que más energía consume son aquellas tareas que
requieren atención consciente, ya que utilizan las partes del cerebro que
involucran la memoria operativa, lo que implica una gran cantidad de energía.
Nuestro cerebro utiliza la glucosa, que obtenemos de la
comida que tomamos, como fuente casi única de energía.
Y sólo si el cerebro cuenta con la provisión adecuada de glucosa
puede funcionar correctamente.
Si este suministro es inadecuado, el funcionamiento del
cerebro se ve dificultado.
Al descender nuestro nivel de glucosa, nuestro cerebro
intenta ahorrar el consumo energético, evitando aquellas funciones que
requieren un mayor gasto, como los procesos de focalización de la atención o la
realización de tareas mentales difíciles.
Desde una perspectiva biológica, esta desidia y
debilitamiento de la capacidad de concentración y aprendizaje que acontece
cuando nuestro nivel de energía es bajo, tiene su explicación en la necesidad
de ahorrar energía en los momentos en que ésta escasea.
En esas circunstancias, nuestro organismo pone en marcha
una serie de mecanismos que reducen al mínimo aquellas actividades mentales
altamente consumidoras de energía, siempre que no sea urgentemente necesario su
uso.
Este mecanismo cerebral, desarrollado en la época
prehistórica de escasa disponibilidad de alimentos, podía suponer entonces una
ventaja competitiva para la supervivencia.
Actualmente, seguimos sintiéndonos empujados hacia un
estado de desidia general, con dificultades para la concentración y el
aprendizaje, cada vez que nos encontramos en una situación de falta de energía.
Eso no significa que por el hecho de tomar todo el día
alimentos que se transforman rápidamente en glucosa vayamos a ser capaces de
mantener un elevado nivel de energía y unas facultades mentales brillantes.
De hecho, los alimentos con alto nivel de glucosa o el simple
exceso de comida pueden producir justamente el efecto contrario al esperado,
reduciendo nuestros niveles de energía.
Son más bien los hábitos de alimentación y estilo de vida
saludables los que nos permiten maximizar nuestros niveles de energía durante
todo el día.
Ser nuestro mejor yo es biológicamente costoso.
Pero todos tenemos la capacidad de desplegar la mejor
versión de nosotros mismos y usar nuestras facultades mentales superiores de la forma más
productiva posible.
¡Sólo tenemos que cuidar físicamente de nuestro cerebro!
No hay comentarios:
Publicar un comentario