Matilda es el
título de un libro escrito por Roald Dahl, posteriormente adaptado al cine.
Su
protagonista es una niña ingeniosa y resuelta, que tiene poderes
telequinéticos.
En la escuela
sufre, al igual que los demás niños, los drásticos métodos educativos de la
directora, la señora Trunchbull, una mujer malévola que parece disfrutar
castigando a los niños.
Sobre una de
las paredes de la clase, a modo de advertencia, ha hecho pintar la siguiente
frase: “Si te estás divirtiendo, es que no estás aprendiendo”.
En realidad,
esta idea de la señora Trunchbull no es tan diferente de lo que vienen contándonos
desde que somos tiernos infantes, primero en nuestra vida escolar y más
adelante como adultos en nuestra vida laboral.
Lo que
siempre nos han dicho es que el trabajo, sea en la escuela o sea en la empresa,
es una cosa, y la diversión otra muy distinta.
Y que ambos
conceptos, trabajo y diversión, no son sólo diferentes, sino que son
básicamente conceptos antagónicos.
La mayoría de
las personas acaban aceptando esta dicotomía, de modo que se conforman con el
hecho de que las actividades que ocuparán buena parte de su tiempo el resto de
sus vidas activas, sean actividades aburridas y carentes de interés.
Durante años
y décadas, se someterán al suplicio de soportar largas y fastidiosas horas de
aburrimiento cotidiano, sea en el pupitre o en el puesto de trabajo, bajo la
premisa de que esto es lo que toca, es su
deber, su responsabilidad.
En muchos
casos trabajarán al ralentí, mientras esperan ansiosos la llegada del jueves,
el cual anuncia la inminente proximidad del viernes, último día laboral de la
semana.
Después del
festivo sábado, sufrirán una pequeña depresión el domingo, antesala del lunes,
sintiéndose desgraciados por anticipado.
Bueno, así es
la vida, pensarán. En los tiempos que corren, bastante es tener un puesto de
trabajo ¿no?
Y sin
embargo, una nueva tendencia está comenzando a cambiar los paradigmas que durante
tanto tiempo hemos aceptado de forma tan absurdamente pasiva.
Se llama
gamificación y se refiere a la aplicación de los principios del juego en otros
contextos diferentes al propio juego.
La
gamificación es el comienzo de una verdadera revolución que durante los
próximos años va a cambiarlo absolutamente todo.
¿Por qué y cómo
lo hará?
Veamos. El
interés por el juego deviene de la observación de que la industria de
videojuegos, con más de 500 millones de enfervorizados aficionados en todo el
mundo, parece haber encontrado una fórmula mágica para mantener a la gente enganchada
a una determinada actividad hora tras hora y día tras día.
¿Cómo
consiguen los juegos esta proeza que por regla general se les escapa tanto a
las escuelas como a las empresas, en relación a sus alumnos y empleados?
La respuesta
puede parecer evidente: los juegos son divertidos, lo que raramente sucede con
las tareas que debemos realizar en la escuela o en el trabajo.
Pero ¿por qué
encontramos divertidos a los juegos?
¿Es porque
sus temáticas son lúdicas y recreativas?
¿Es porque no
requieren el esfuerzo que nos exigen las tareas escolares o laborales?
¿Y cómo decide
nuestro cerebro que algo es divertido?
En términos
neurológicos, lo que llamamos “diversión” significa básicamente descargas de
dopamina en las zonas de gratificación de nuestro cerebro.
Los buenos
juegos provocan descargas de dopamina en nuestro cerebro. Por eso nuestro
cerebro decide que son divertidos. Y el resultado es que quedamos enganchados a
ellos.
Y la razón por
la cual los juegos nos parecen divertidos no es porque requieran poco esfuerzo
o concentración.
En realidad,
los buenos juegos consiguen que los jugadores se involucren mentalmente en el
juego de un modo muy profundo.
Que realicen
un gran esfuerzo intelectual tratando de llegar lo más lejos posible en el
juego, explorando nuevas variaciones, intentándolo una y otra vez.
Los juegos
tampoco nos enganchan porque sus temáticas sean recreativas y lúdicas, mientras
que la escuela y las empresas se ocupan de asuntos más serios, y por tanto
menos divertidos.
Veamos por
ejemplo el caso de Farmville, un juego que permite gestionar una granja
virtual: plantar, criar y cosechar cultivos, árboles y animales domésticos.
Desde su
lanzamiento en 2009, esta aplicación ha conseguido más de 80 millones de
usuarios activos mensuales.
¿Gestionar
una granja es divertido?
¿Plantar
cosechas y criar animales domésticos es apasionante?
Para la
mayoría de las personas, desde luego que no.
Lo que sucede
es que los diseñadores de éste, como de cualquier otro juego exitoso, han sido
capaces de aplicar algunos de los principios científicos fundamentales
relativos a la motivación y a la conducta humana.
Probablemente
muchos de estos diseñadores de juegos no sean capaces de verbalizar estos
principios psicológicos que están aplicando para conseguir un diseño exitoso de
los juegos.
Pero lo
cierto es que han tenido que aprender cómo promover la motivación y el interés
de los participantes para que continúen jugando.
Han tenido
que hacerlo a la fuerza, porque a menos que sus juegos sean capaces de motivar
y enganchar a los jugadores, no venderán.
A través de
este aprendizaje, han logrado construir entornos de juego que resultan casi
irresistibles para la mayoría de las personas.
Entornos adictivos
que les enganchan, les comprometen y consiguen que apliquen sus mejores
talentos y capacidades para tratar de ganar el juego.
En cambio,
las escuelas y organizaciones empresariales han vivido casi completamente al
margen del asunto central de la motivación humana.
Tal vez han
pensado que no necesitaban hacerlo.
Pero la gran
lección que nos han brindado los juegos es que el trabajo y la diversión no
tienen por qué ser conceptos antagónicos.
Sino que,
justamente al contrario, es cuando se consigue motivar y enganchar a los
empleados, hasta el punto de que el trabajo se convierte en diversión, cuando
comienzan a comprometerse realmente con su trabajo, aplicando su máximo
esfuerzo, talento y capacidad productiva.
Y es
justamente cuando los alumnos se divierten aprendiendo, cuando su aprendizaje
comienza a ser verdaderamente eficaz y duradero.
Los
diseñadores de juegos no han inventado nada que la ciencia de la conducta
humana no conociese ya con anterioridad.
Pero su éxito
ha venido a recordarnos cómo funcionan los principios básicos de la motivación,
tan obviados en el entorno de la escuela
y de las organizaciones empresariales.
La
gamificación lo va a cambiar todo.
Nos ayudará a
diseñar entornos y procesos de trabajo mucho más compatibles con la forma como realmente
funciona nuestro cerebro.
Y al hacerlo,
transformarán el trabajo en diversión.
Multiplicarán
la productividad de los recursos humanos en todos los ámbitos de actividad.
Cambiarán
definitivamente la forma como se relacionan las organizaciones con sus
empleados y con sus clientes.
Estimularán
la capacidad creativa y de innovación de millones de personas en todo el mundo.
Ayudarán a
resolver muchos de los pequeños y grandes problemas de la humanidad.
Y terminarán
con la lacra que supone pasar buena parte de la vida inmersos en un sistema
escolar y laboral que son al mismo tiempo aburridos e improductivos.
Bienvenidos a
esta revolución imparable.
Me ha encantado este post. Comparto en su gran mayoría lo que planteas. Aspiro a un paso más, a alcanzar el placer de un niño que juega sin esperar recompensas, por el placer de hacerlo y logra aprendizajes significativos, que es la mayor de las recompensas ¿Por qué si pasamos buena parte de nuestra vida trabajando, vamos a renunciar a pasárnoslo bien en ellas? El trabajo no puede ser, al menos para ser humano, un punto y aparte en la vida. La educación tampoco. Debemos inculcar el placer de aprender, potenciando la motivación intrínseca. Me ha encantado el planteamineto desde el enfoque inicial. Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias Jesús, estamos en total sintonía. Saludos!
ResponderEliminarMe encanta todo lo manifestado en este magnífico Bloq y estoy totalmente de acuerdo, Personalmente me divierto trabajando y hago que mi equipo se divierta trabajando conmigo, además se puede ser estricto y escrupuloso en el trabajo, esto hay gente que aún no lo entiende, pero se puede ser mucho más productivo, se puede ser más feliz, que recordemos es un estado que decidimos nosotros mismos, y podemos disfrutar con lo que hacemos, además si lo haces en equipo es aún más gratificante. Con ello consigues que el equipo se implique y sinceramente no veo otra salida al actual modelo de gestión y de liderazgo, todo lo demás está agotado y no funciona. Tienes mucha razón en todo lo expuesto, porque no divertirnos haciendo lo que más nos gusta y además sabemos hacer, mi objetivo ayudar a crear experiencias y creo que lo estamos consiguiendo.
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